3 de Febrero de 2014

3 de Febrero de 2014
Oligisto oteando el cielo

domingo, 29 de junio de 2014

El diluvio (10)


10. El diluvio fue una conspiración contra la humanidad

Fue tan terrible experiencia la que sufrió la Humanidad, que hizo que a Utnapistim se le llamará Respiro (Noah), porque supuso un respiro para la humanidad y una esperanza de que no se repitiera. Fue un acontecimiento de una magnitud sin precedentes que sacudió la Tierra, una catástrofe que ni el Hombre ni los nefilim habían experimentado nunca.

Aunque los seres humanos no podían leer las señales meteorológicas, los nefilim sí que podían. Para ellos, el Diluvio aunque era inevitable, detectaron su llegada, era un suceso previsible. El Diluvio fue una calamidad natural en la cual los nefilim no representaron un papel consciente, sino pasivo. Ellos no provocaron directamente el Diluvio aunque influyeron inconscientemente en él por provocar cambios climáticos drásticos durante milenios; ellos, simplemente, se confabularon para que los terrestres no se enteraran de su llegada.

El secreto que los nefilim juraron no revelar era una conspiración contra la Humanidad, consistente en reservarse la información que tenían respecto a la próxima avalancha de agua, de modo que, mientras los nefilim se salvaban, la Humanidad pereciera. Conscientes de la inminente calamidad y de su impacto global, los nefilim tomaron las medidas oportunas para ponerse a salvo. Estando la Tierra a punto de ser engullida por las aguas, no tenían más que una dirección de salida: hacia el cielo. Cuando la tormenta que precedió al Diluvio comenzó a rugir, los nefilim se subieron a su lanzadera y permanecieron en órbita terrestre hasta que las aguas comenzaron a descender.

El día del Diluvio fue el día en que los dioses huyeron de la Tierra.

Cuando Shamash,
que da la orden del temblor al anochecer,
haga caer una lluvia de erupciones,
¡sube a bordo del barco
y atranca la entrada!

Shamash tenía a su cargo el espaciopuerto de Sippar. Enki dio instrucciones a Utnapistim para que vigilara la primera señal de lanzamientos espaciales en Sippar. Shuruppak, que es donde vivía Utnapistim, estaba sólo a unos 180 kilómetros al sur de Sippar. Dado que los lanzamientos debían tener lugar al anochecer, no habría problemas para ver la «lluvia de erupciones» que harían «caer» las naves espaciales.

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