3 de Febrero de 2014

3 de Febrero de 2014
Oligisto oteando el cielo

viernes, 6 de junio de 2014

La intercesión de Enki (3)

3.

  • Atra-Hasis intercedía incesantemente ante Enki para detener aquella terrible situación.

En el templo de Enki «todos los días lloraba, trayendo oblaciones por la mañana… invocaba el nombre de su dios», buscando la ayuda de Enki para detener la hambruna.

Sin embargo, Enki no se atrevía a ayudar a los humanos por la decisión de su hermano y superior y de los otros nefilim, Enki no respondía a Atra-Hasis. Es bastante posible que, incluso, se ocultara de él, que dejara el templo y saliera a navegar.

«Cuando el pueblo estaba viviendo al filo de la muerte,
Atra-Hasis puso su lecho de cara al río. Pero no hubo respuesta»



  • Finalmente Enki se conmovió del sufriento de los humanos y decidió ayudarlos:

La visión de una Humanidad hambrienta y desintegrada, de padres que se comían a sus propios hijos, trajo finalmente lo inevitable: la intercesión de Enki.

En el séptimo «paso», cuando los hombres y las mujeres que quedaban eran «como fantasmas de los muertos», recibieron un mensaje de Enki. «Haced un gran ruido en la tierra», dijo. Enviad heraldos que ordenen a toda la gente:
«No veneréis a vuestros dioses, no recéis a vuestras diosas». ¡Que haya
desobediencia total!

Enki convocó una asamblea secreta de «ancianos» en su templo.
«Ellos entraron… tomaron consejo en la Casa de Enki».
En primer lugar, Enki se exoneró contándoles lo mucho que se había opuesto a los actos de los demás dioses. Después, esbozó un plan que, tenía que ver con su mando sobre los mares y el mundo inferior de las minas de oro.
«Por la noche… después de que él…» alguien tenía que estar «a la orilla del río» a determinada hora, quizás para esperar el regreso de Enki desde el Mundo Inferior. De allí, Enki «trajo a los guerreros del agua» —quizás también algunos de los terrestres que eran Trabajadores Primitivos en las minas de oro. En el momento acordado, se cursaron las órdenes: «¡Vamos!… la orden…».

El nuevo enfrentamiento entre los hermanos Enki y Enlil fue inevitable.
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  • Enlil acusa a Enki de haber ayudado a los humanos desobedeciendo sus órdenes:


Enlil. «Estaba lleno de ira». Convocó la Asamblea de nefilim y envió a su alguacil para que trajera a Enki. Después, se levantó y acusó a su hermano de romper los planes de vigilancia y contención:

Todos nosotros, Grandes Anunnaki,
llegamos juntos a una decisión…
Ordené que, en el Pájaro del Cielo,
Adad, vigilaría las regiones superiores;
que Sin y Nergal vigilarían
las regiones medias de la Tierra;
que el cerrojo, la barrera del mar,
tú [Enki] vigilarías con tus cohetes.
¡Pero tú has dejado pasar provisiones para la gente!

Enki negó que aquello hubiera ocurrido con su consentimiento:


El cerrojo, la barrera del mar,
guardé con mis cohetes.
[Pero] cuando… escapó de mí…
una miríada de pescado… desapareció;
ellos rompieron el cerrojo…
ellos mataron a los guardianes del mar.

Enki afirmó que había capturado a los culpables y que los había castigado, pero Enlil no se dio por satisfecho. Pidió que Enki «dejara de alimentar a su gente», que ya no suministrara «raciones de cereales con las que la gente rebosa de salud». La reacción de Enki fue asombrosa:

El dios se hartó de la sesión;
en la Asamblea de los Dioses,
la risa le venció.

Enlil estaba furioso. Hubo acalorados intercambios con Enki y gritos «¡no deja de calumniar!». Cuando la Asamblea recuperó por fin el orden, Enlil recuperó la palabra de nuevo. Les recordó a sus colegas y subordinados que había sido una decisión unánime. Hizo un repaso de los acontecimientos
que habían llevado a la creación del Trabajador Primitivo, y recordó las muchas veces que Enki había «roto la norma».


  • Enlil anuncia el diluvio:


Entonces Enlil anunció su última carta, sus informadores habían previsto el final súbito y catastrófico de la glaciación: «aún había una posibilidad para condenar a la Humanidad, Una inundación exterminadora está al caer».

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