3 de Febrero de 2014

3 de Febrero de 2014
Oligisto oteando el cielo

martes, 10 de junio de 2014

La orden de embarque de Shamash (6)


6. La orden de embarque de Shamash 


  • La estratagema de Enki:
Los humanos habían sufrido muchos milenios de hambrunas, enfermedades, sequías provocadas por la manipulación de la naturaleza por los nefilim, siguiendo las órdenes de Enlil.
Utnapistim, el soberano,  siguiendo las instrucciones de Enki, comunicó a sus ciudadanos que, si Enlil le veía partir, «la tierra se volverá a llenar de ricas cosechas».
Fue la excusa perfecta para los habitantes de la ciudad. Para ellos, ahora existía una explicación de tantas desgracias: su soberano. Enlil veía con malos ojos a Utnaspistim y por esto les castigaba. Si se iba todo cambiaría. Por tanto decidieron ayudarle en sus preparativos de aquel extraño artefacto con el que pretendía viajar al sur, a África con su señor Enki.
La estratagema de Enki resolvía varios problemas: ahora sus gobernados no se extrañarían de que se fuera. Segundo: la construcción del extraño artefacto tenía sentido. Tercero: Además le ayudarían y por lo tanto ahorrarían tiempo, y esto era muy importante porque la Gran Inundación era inminente.


  • La construcción del arca:


Así engañada, la gente de la ciudad no hizo preguntas, sino que hasta llegó a echar una mano en la construcción del arca y gastar pródigamente sus escasos bienes.« Matando y sirviéndoles bueyes y ovejas todos los días», y prodigándose en «mosto, vino tinto, aceite y vino blanco», Utnapistim los animó a trabajar más rápido.

Hasta los niños llevaban betunes para impermeabilizar la nave.

«Al séptimo día, el barco estaba terminado. La botadura fue muy dificultosa, de modo que tuvieron que mover los tablones del suelo arriba y abajo, hasta dos tercios de la estructura tenía que entrar 
en el agua» del Eufrates.


  • La entrada en el arca:


Después, Utnapistim subió a bordo a toda su familia y parientes, junto con «todo lo que yo tenía de todas las criaturas vivas», así como «los animales del campo, las bestias salvajes del campo».
Utnapistim también subió a escondidas a todos los artesanos que le habían ayudado en la construcción del barco. Él también tenía que subir a bordo, pero cuando se diera cierta señal: 


  • La orden de embarque de Shamash


La señal era el despegue de las naves de los nefilim huyendo de la Tierra al espacio, una señal cuya naturaleza Enki le había revelado también: 
el «momento indicado» lo marcaría Shamash, el nefilim encargado de dar las orden a las naves espaciales. Shamash tenía a su cargo el espaciopuerto de Sippar. Enki dio instrucciones a Utnapistim para que vigilara la primera señal de lanzamientos espaciales en Sippar.

«¡Cuando Shamash, que da la orden del temblor al anochecer,
haga caer una lluvia de erupciones,
sube a bordo de tu barco y atranca la entrada!».

Shuruppak, la ciudad donde vivía Utnapistim, estaba sólo a unos 180 kilómetros al sur de Sippar. Dado que los lanzamientos debían tener lugar al anochecer, no habría problemas para ver la «lluvia de erupciones» que harían «caer» las naves espaciales.

El momento llegó; las naves provocaron un «temblor al Lanochecer», hubo una lluvia de erupciones y Utnapistim «atrancó todo el barco» y «entregó la estructura junto con su contenido» 
a «Puzur-Amurri, el Barquero», un piloto nefilim.

7. El fin de las tormentas

Llegó la tormenta «con las primeras luces del alba». Hubo estremecedores truenos. Una nube negra se levantó desde el horizonte. La tormenta arrancó los postes de las construcciones y los muelles; después, los diques cedieron. A continuación, llegó la oscuridad, «convirtiendo en negrura todo lo que había sido luminoso»; y «la ancha tierra se hizo añicos como una olla».

Durante seis días y seis noches sopló la «tormenta del sur».
Ganando velocidad mientras soplaba,
sumergiendo las montañas, 
sorprendiendo a la gente como en una batalla…
Cuando llegó el séptimo día,
la tormenta-sur que llevaba la inundación
amainó en la batalla
que había entablado como un ejército.
El mar calló,
la tempestad se sosegó,
la inundación cesó.
Tantee el tiempo.
Se había instalado la tranquilidad.
Y toda la Humanidad había vuelto al barro.

Enlil se había salido con la suya en sus intentos de recortar la humanidad. Enki había conseguido salvar a un pequeño número. En las turbulentas aguas, había un submarino que llevaba hombres, mujeres, niños y otras criaturas vivas. Finalizada la tormenta, ascienden a la superficie, se asoman al exterior para ver sólo un mar inmenso. «Abrí una ventanilla; la luz cayó sobre mi rostro». Miró alrededor; «El paisaje era tan liso como un tejado plano». Y, agachándose, se sentó y sollozó, «las lágrimas corrían por mi cara». Buscó una costa en la inmensidad del mar, pero no vio nada.

8. El reencuentro de Noé con Enki

Emergió una región montañosa;
sobre el Monte Nisir (“ Salvación”) se detuvo el barco;
el Monte Nisir sujetó al barco con firmeza,
sin dejar que se moviera.

Durante seis días, Utnapistim estuvo vigilando desde el arca inmóvil, cautiva en los picos del Monte de la Salvación (el bíblico Ararat). Después, soltó una paloma para que buscara un lugar de descanso, pero volvió. Una golondrina también salió, y volvió. Después, soltó a un cuervo —y huyó, encontrando un lugar de descanso. Entonces, Utnapistim soltó a todas las aves y animales que estaban con él, y salió él también.

Construyó un altar «y ofrendó un sacrificio» cuando Utnapistim ofreció el sacrificio, «los dioses aspiraron el perfume, los dioses aspiraron el dulce perfume. Los dioses acudieron como moscas hasta el que había hecho el sacrificio»

Atra-Hasis/Utnapistim llevó consigo un «Barquero» llamado Puzur-Amurri («occidental que conoce los secretos») «le cedió la estructura, junto con su contenido» en cuanto se desató la tormenta. ¿Para qué necesitaba a un experimentado navegante, a menos que fuera para llevar el arca hasta un destino concreto? Los nefilim utilizaban los picos de Ararat como puntos de referencia desde el principio. Siendo las cumbres más altas en esa parte del globo, esperarían que fuera lo primero en reaparecer sobre el manto de agua. Y, dado que Enki, podía suponer esto dio instrucciones a su sirviente para llevar el arca hacia el Ararat, planeando el encuentro desde un principio.

Pero, cuando Enlil llegó finalmente al lugar de la escena, no pensaba demasiado en la comida. Estaba echando chispas de ver que alguien había sobrevivido. «¿Acaso alguna alma viviente ha escapado? ¡Ningún hombre tenía que sobrevivir a la destrucción!». Ninurta, su hijo y heredero, apuntó inmediatamente su dedo acusador hacia Ea Enki. «¿Quién, sino Ea, puede diseñar un plan así?. Sólo Ea sabe de qué va todo». Lejos de negar la acusación, Enki lanzó uno de los discursos de la defensa más elocuentes del mundo. No fui yo el que descubrió el secreto de los dioses»; simplemente dejé que un Hombre, uno, Atra-Hasis (en acadio), «extremadamente sabio», percibiera por su propio saber el secreto de los dioses. Y si, como parece, este terrestre es tan sabio, Enki le sugirió a Enlil, no vayamos a ignorar sus capacidades. «Así pues, ¡déjate aconsejar en cuanto a él!». Dejándose influir por el argumento de Enki,

Acto seguido, Enlil subió a bordo del barco.
Me cogió de la mano y me llevó a bordo.
Llevó a mi mujer a bordo,
la hizo arrodillarse a mi lado.
Y él, de pie entre nosotros,
tocó nuestras frentes para bendecirnos:
«Hasta ahora, Utnapistim no has sido más que humano;
en lo sucesivo, Utnapistim y su esposa
serán para nosotros como dioses.
¡Utnapistim residirá en la Lejanía,
en la Boca de las Aguas!».

9. Noé se separa de sus acompañantes 

Después de ser llevado a vivir en las instalaciones del Sinaí, Anu y Enlil le dieron vida, como a un nefilim, lo elevaron a la vida longeva de los nefilim.

Pero ¿qué sucedió con los demás habitantes del submarino tras el diluvio? La versión del Diluvio de Beroso, según Abideno, dice: «Cronos le reveló a Sisithros que iba a haber un Diluvio …

...cuando Sisithros (que es atra-hasis al revés) iba a ser llevado por los dioses a su nueva morada en el Sinaí, explicó al resto de la gente del arca que se encontraban en ese momento «en Armenia» y que tenían que volver (a pie) a Babilonia.

En esta versión, no sólo nos encontramos con la relación con Sippar, el espaciopuerto, sino también con la confirmación de que Sisithros recibió instrucciones para «navegar inmediatamente hasta Armenia» —al país del Ararat. Otro factor que pudo pesar en la rápida decisión de hacer las paces con la Humanidad pudo ser la progresiva retirada de las aguas del Diluvio y la aparición de tierra seca y de vegetación sobre ella. Ya hemos visto que los nefilim supieron con antelación que se aproximaba una calamidad; pero aquello era tan singular en su experiencia que temieron que la Tierra quedara inhabitable para siempre. Cuando aterrizaron en el Ararat, vieron que este no era el caso. La Tierra seguía siendo habitable y, para vivir en ella, necesitarían al hombre.

Y Utnapistim le desveló a Gilgamesh el secreto de su supervivencia, el elixir de la larga vida «una materia oculta, un secreto de los dioses».

Las versiones mesopotámicas de la historia del Diluvio también terminan con unos versículos que tratan de la procreación de la Humanidad. Los textos, en parte mutilados, hablan del establecimiento de «categorías» humanas:

… Que haya una tercera categoría entre los Humanos:
que haya entre los Humanos
mujeres que den a luz y mujeres que no den a luz.

Parece ser que se establecieron nuevas directrices para la relación sexual:

Normas para la raza humana:
Que el varón… a la joven doncella…
Que la joven doncella…
El hombre joven a la joven doncella…
Cuando el lecho esté puesto,
que la esposa y su marido yazgan juntos.

Todo esto, nos relata «La Epopeya de Gilgamesh», era el «secreto de los dioses» que Utnapistim le contó a Gilgamesh.

Enlil fue estratégicamente superado. La Humanidad se salvó y se le permitió procrear.

10. El diluvio

Fue tan terrible experiencia la que sufrió la Humanidad, que hizo que a Utnapistim se le llamará Respiro (Noah), porque supuso un respiro para la humanidad y una esperanza de que no se repitiera. Fue un acontecimiento de una magnitud sin precedentes que sacudió la Tierra, una catástrofe que ni el Hombre ni los nefilim habían experimentado nunca.

Aunque los seres humanos no podían leer las señales meteorológicas, los nefilim sí que podían. Para ellos, el Diluvio aunque era inevitable, detectaron su llegada, era un suceso previsible. El Diluvio fue una calamidad natural en la cual los nefilim no representaron un papel consciente, sino pasivo. Ellos no provocaron directamente el Diluvio aunque influyeron inconscientemente en él por provocar cambios climáticos drásticos durante milenios; ellos, simplemente, se confabularon para que los terrestres no se enteraran de su llegada.

El secreto que los nefilim juraron no revelar era una conspiración contra la Humanidad, consistente en reservarse la información que tenían respecto a la próxima avalancha de agua, de modo que, mientras los nefilim se salvaban, la Humanidad pereciera. Conscientes de la inminente calamidad y de su impacto global, los nefilim tomaron las medidas oportunas para ponerse a salvo. Estando la Tierra a punto de ser engullida por las aguas, no tenían más que una dirección de salida: hacia el cielo. Cuando la tormenta que precedió al Diluvio comenzó a rugir, los nefilim se subieron a su lanzadera y permanecieron en órbita terrestre hasta que las aguas comenzaron a descender.

El día del Diluvio, como mostraremos ahora, fue el día en que los dioses huyeron de la Tierra.

Cuando Shamash,
que da la orden del temblor al anochecer,
haga caer una lluvia de erupciones,
¡sube a bordo del barco
y atranca la entrada!

Shamash tenía a su cargo el espaciopuerto de Sippar. Enki dio instrucciones a Utnapistim para que vigilara la primera señal de lanzamientos espaciales en Sippar. Shuruppak, que es donde vivía Utnapistim, estaba sólo a unos 180 kilómetros al sur de Sippar. Dado que los lanzamientos debían tener lugar al anochecer, no habría problemas para ver la «lluvia de erupciones» que harían «caer» las naves espaciales.

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